Un equipo científico liderado por el Instituto de Tecnología de Massachussetts (MIT) ha hallado un nuevo sistema planetario. Los detalles del descubrimiento se han publicado en la revista Nature Astronomy.
El hallazgo se produjo gracias a los datos proporcionados por el satélite TESS. Este telescopio espacial de la NASA monitoriza miles de estrellas en busca de características que indiquen la existencia de exoplanetas, como los descensos en el brillo que se producen cuando un cuerpo celeste pasa por delante.
El nuevo sistema, denominado TOI-270, se encuentra a 73 años luz de la Tierra. Está formado por una estrella enana alrededor de la que orbitan tres exoplanetas: uno rocoso de tamaño ligeramente más grande que la Tierra y dos que tienen la mitad del de Neptuno (llamados subneptunos).
Estas dimensiones, aunque son comunes en otros sistemas, no aparecen en el solar. Alrededor del Sol solo se pueden encontrar, por un lado, planetas pequeños, como Mercurio, Venus, la Tierra y Marte y, por otro, planetas masivos de gas o hielo como Júpiter, Saturno, Neptuno y Urano.
Llamaradas y tormentas solares
Por ello, “el TOI-270 permitirá estudiar este ‘eslabón perdido’ en los planetas”, señala Maximilian Günther, investigador del MIT y autor principal del trabajo. Según el científico, estos exoplanetas ayudarán a determinar si los planetas pequeños y rocosos y los masivos y helados siguen el mismo camino de formación o evolucionan por separado.
La estrella de este sistema también ofrece datos interesantes. Según la clasificación que se usa actualmente, es una enana M, un tipo de estrella que normalmente es extremadamente activa, con frecuentes llamaradas y tormentas solares.
Sin embargo, los resultados revelan que realmente es una estrella antigua que ya se ha calmado y emite un brillo constante. Esto permite a los científicos medir fácilmente sus propiedades y las de los planetas en órbita, como su masa y composición atmosférica. “Hay muchas piezas del rompecabezas que podemos resolver con este sistema”, afirma Günther.
Los datos también muestran que el subneptuno que se encuentra más alejado de la estrella parece estar dentro de la zona habitable, es decir, en una región con temperaturas que permitirían la existencia de agua en el planeta y, posiblemente, la vida. Sin embargo, los autores creen que su atmósfera es demasiado densa y provoca un efecto invernadero extremo que lo hace inhabitable.
Ya se han previsto observaciones de seguimiento del sistema para el próximo año, cuando se lance el telescopio espacial James Webb. Gracias a él, se podrá medir la composición de las atmósferas de los planetas.