Las empresas familiares son fundamentales para la economía mexicana.

-Para enfrentar los desafíos de las empresas familiares en América Latina, necesitamos una combinación de estrategias, que incluya mejorar el acceso al financiamiento, orientar los esfuerzos empresariales hacia sectores estratégicos y brindar apoyo y capacitación a través de instituciones educativas y gubernamentales. Sólo así podremos asegurar que estas empresas no sólo sobrevivan, sino que prosperen y contribuyan significativamente al desarrollo económico de la región.

Las empresas familiares son fundamentales para la economía mexicana. De hecho, el 97% de las empresas en México son micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES), y muchas de ellas nacen en el seno familiar. Estas entidades económicas no sólo generan riqueza, sino que representan un núcleo esencial para el desarrollo económico del país, destacó Anselmo Salvador Chávez Capó, profesor de la Licenciatura en Administración Financiera y Bursátil de la UPAEP.

Para enfrentar los desafíos de las empresas familiares en América Latina, se necesita una combinación de estrategias, que incluya mejorar el acceso al financiamiento, orientar los esfuerzos empresariales hacia sectores estratégicos y brindar apoyo y capacitación a través de instituciones educativas y gubernamentales. Sólo así podremos asegurar que estas empresas no sólo sobrevivan, sino que prosperen y contribuyan significativamente al desarrollo económico de la región, afirmó Andrés Francisco Ugalde, Director de la carrera de Ciencias Políticas de la Facultad de Estudios de Ciencias Sociales de la Universidad Católica de Cuenca en Ecuador y profesor del programa internacional Global Summer de la UPAEP.

Sin embargo, estas empresas enfrentan retos importantes. Uno de los problemas más críticos es su corta vida. En promedio, 90% de las Mipymes tienen una duración de entre 3 y 5 años, y aproximadamente 35% de ellas no llegan a un año de existencia. El año pasado, aunque se crearon 1.150.000 nuevos empleos en México, también se perdieron alrededor de 1.150.000, lo que resultó en un saldo neto de solo 200.000 empleos creados, señaló Chávez Capó.

Señala que uno de los factores claves detrás de este fenómeno es la falta de consolidación y profesionalización dentro de las empresas familiares. Cuando una empresa logra superar los cinco años de existencia, es común que el empresario fundador siga siendo el principal responsable del éxito de la empresa. Sus métodos y estilos de gestión dominan la organización. Sin embargo, cuando llega el momento de la transición generacional, la falta de un gobierno corporativo adecuado y de políticas organizacionales claras puede llevar a la decadencia de la empresa, agregó Anselmo Chávez.

Dijo que la tercera generación, que no experimentó las dificultades y desafíos iniciales, podría no estar preparada para gestionar la empresa tan eficazmente, lo que llevaría a su desaparición.

Además, Chávez Capó destaca otro problema: la economía informal. Aunque las MIPYMES generan aproximadamente el 95% del Producto Interno Bruto de México, gran parte de estas empresas operan de manera informal. En México, alrededor del 50% de la población económicamente activa trabaja en la economía informal, y en Puebla, esta cifra asciende a aproximadamente el 68-69%. Esto significa que, de los 3,2 millones de personas económicamente activas de Puebla, solo 980.000 forman parte de la economía formal, mientras que más de dos millones operan de manera informal, lo que limita su acceso a beneficios fiscales, seguridad social y desarrollo de largo plazo.

Chávez Capó destaca la importancia de apoyar y fortalecer a las empresas familiares, dado su papel crucial en la economía mexicana. Implementar políticas que fomenten la formalización y profesionalización de estas empresas, así como asegurar una transición generacional exitosa, son pasos esenciales para garantizar su sostenibilidad y contribuir al crecimiento económico del país.

Por su parte, Felipe Machorro Ramos, profesor de la Facultad de Administración de Empresas de la UPAEP, agrega que este fenómeno no es sólo un problema estructural de las empresas familiares, sino también un reflejo de la estructura económica general del país. La economía informal puede ser vista como una válvula de escape al mercado laboral, brindando empleo a gran parte de la población. Sin embargo, la formalización de estas empresas es crucial para mejorar su sostenibilidad y contribuir al desarrollo económico.

Felipe Machorro señala que es necesario buscar vías más amigables para la formalización de las pequeñas y medianas empresas familiares. Empresas familiares exitosas, como Chedraui, Coppel y La Zarza, son ejemplos de cómo estas empresas pueden encontrar un camino hacia la continuidad y el éxito. Estas empresas han sabido lidiar con un entorno dinámico y competitivo, además de gestionar de manera efectiva la estructura familiar.

Un gran reto para las empresas familiares es la sucesión. En México, es habitual que el fundador de la empresa actúe como un “one-man band”, tomando todas las decisiones y controlando todos los aspectos del negocio. Esta tendencia a no delegar, incluso dentro de la familia, puede dificultar la transición generacional y la profesionalización de la empresa.

Los conflictos familiares también pueden afectar negativamente a la empresa. Problemas matrimoniales o disputas entre hermanos por el poder y la toma de decisiones pueden trasladarse al ámbito empresarial, generando dinámicas nocivas.

La realidad que enfrentan las empresas familiares en América Latina es muy similar en toda la región. Yo vengo de Ecuador, un país del centro de Sudamérica, cuya situación económica es comparable a la de México y Colombia, entre otros. A diferencia de las economías europeas o estadounidenses, las nuestras no están sustentadas por gigantes como Walmart o Microsoft, sino por una densa red de microempresas y empresas familiares. En Ecuador, por ejemplo, el 85% de las empresas tienen menos de 30 trabajadores y estas absorben el 90% del empleo, enfatizó Andrés Francisco Ugalde, Director de la carrera de Ciencias Políticas de la Facultad de Estudios de Ciencias Sociales de la Universidad Católica de Cuenca en Ecuador y profesor del programa internacional Global Summer de la UPAEP.

Sin embargo, el gran problema no es la falta de emprendimiento. De hecho, América Latina es una de las regiones más emprendedoras del mundo. El problema es la alta tasa de muerte corporativa. Al igual que en México, donde se crean dos millones de empleos y se pierden 1,8 millones en cinco años, en Ecuador y otros países de la región nos enfrentamos a una situación similar, afirmó Ugalde.

La mayoría de las empresas que se crean son emprendimientos de supervivencia. No nacen de un plan de negocios detallado, de un análisis de mercado o de una identificación de sectores estratégicos. Son fruto de la necesidad de empleo. Por ejemplo, una persona puede perder su trabajo y decidir poner un puesto de empanadas en la puerta de su casa. Estos negocios suelen surgir en sectores saturados, lo que inevitablemente los lleva al fracaso, afirmó Andrés Francisco Ugalde.

Señaló que otro gran reto es el financiamiento. Los empresarios familiares rara vez cuentan con apoyo financiero formal. Los bancos suelen pedir garantías y avales que muchos empresarios no pueden proporcionar. Esto los lleva a recurrir a financiamiento informal con tasas de interés muy altas, lo que agrega una carga y riesgo adicional a sus emprendimientos.

En Ecuador hemos experimentado con iniciativas interesantes, como involucrar a la universidad en el proceso de apoyo a emprendedores. En la Universidad Católica de Cuenca hemos llevado adelante un programa llamado Crédito Impulso, donde la universidad capacita a emprendedores, filtra las mejores ideas de negocio y les otorga un aval académico. Esta garantía permite a los emprendedores acceder a financiamiento sin necesidad de garantías tradicionales, facilitando así el acceso a créditos para microempresas o capital semilla, destacó Andrés Francisco Ugalde.

Ugalde destaca que el rol del Estado también es clave. Es necesario que el gobierno apoye a los emprendedores y oriente sus esfuerzos hacia sectores estratégicos. Esto puede incluir áreas como la economía circular, las energías limpias, el turismo sostenible, la salud, el deporte y la tecnología digital. En países como Chile y ciudades como Cuenca hemos visto casos exitosos donde el Estado, el sector financiero y las universidades trabajan en conjunto para crear un entorno favorable para los emprendedores.

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