Tlaxcala: historiografía, “traición” y autonomía

Carlos Bustamante López

Introducción

El artículo tiene como uno de sus primeros propósitos evidenciar la existencia de una amplia historiografía sobre Tlaxcala, y no centrarse sólo en la llamada “traición” tlaxcalteca, evento con el que se ha identificado de manera sobresaliente la historia de la entidad a nivel nacional. La segunda intención, si bien es describir y analizar dicha alianza hispano-tlaxcalteca ocurrida en el periodo de la conquista, busca de alguna forma valorar el hecho en el contexto de las pugnas existentes con el Imperio mexica y la preciada autonomía de la que gozaba Tlaxcala respecto a éste, para de esta manera confrontar lo que se ha considerado como “traición”. Un tercer propósito es mostrar, con base en trabajos académicos relativamente recientes, cómo el mismo evento bajo diversas miradas puede ser objeto de un análisis más amplio y revelar cuestiones hasta ahora poco conocidas o puestas en relieve para explicar las consecuencias de dicho acontecimiento hasta la actualidad. 

Una mirada historiográfica

En la historiografía de Tlaxcala la cantidad de trabajo histórico es notable si consideramos las diversas iniciativas de indagación histórica proveniente de autores e instituciones académicas nacionales y del extranjero, y por supuesto de investigadores de la misma entidad, que incluyen periodos diversos que van más allá de la llamada “traición tlaxcalteca”, ubicada en pleno desarrollo de la conquista de México encabezada por el español Hernán Cortés. Precisamente hace tres años publiqué un sucinto artículo en La Jornada de Oriente (Bustamante, 2016) sobre la historiografía de Tlaxcala, con la idea de divulgar la ya basta producción de estudios históricos, entre ellos los relacionados con política local en la Independencia o el Porfiriato y su política modernizadora, siendo evidente que no están centrados solamente en el periodo colonial y aún menos focalizado en la premisa de la “traición tlaxcalteca”, que parece ser uno de los eventos –sino el único para muchos- por los que Tlaxcala suele ser reconocida a nivel de la historia nacional. En este sentido, ya en un texto reciente de Raúl Jiménez Guillén (2019) publicado en el periódico La Jornada de Oriente, también se llamó la atención sobre el hecho de que se desconoce y, de alguna forma, se nulifica la historia de Tlaxcala más allá del asunto de la perfidia. Es decir, a 500 años de la conquista vale la pena no centrarse sólo en el evento ya citado sino ampliar la perspectiva de la historia tlaxcalteca. Y si la coyuntura pareciera en este momento favorable para iniciar una tarea de ensanchamiento de los estudios históricos sobre Tlaxcala, cabe decir que al menos tres trabajos publicados ya hace varios años; dos libros con distribución a nivel nacional y el tercero un balance historiográfico de circulación en una revista cultural tlaxcalteca, atestiguan que el proceso histórico tlaxcalteca ha sido analizado desde tiempo atrás, mostrando hechos y relaciones muy amplias y complejas.2 A punto de cumplir treinta años de haber sido publicada, Tlaxcala, una historia compartida, editada por CONACULTA y el Instituto de Investigaciones José María Luis Mora, mostró en 16 volúmenes (Una historia compartida, 1990-1991) no sólo una descripción y análisis desde el prehispánico hasta los años ochenta de la industrialización de Tlaxcala en el siglo XX, sino también en varios de los tomos se publicaron fuentes de archivo cuyo origen fue en buena medida el Archivo General del Estado de Tlaxcala, como se le conocía en aquellos años.3 En el segundo caso, Garcini (1996) realizó hace 23 años una condensada historia de la entidad tlaxcalteca desde el prehispánico a la Revolución Mexicana, tratando de exponer lacónicamente en el último capítulo la progresiva desaparición del sistema hacendario, la consolidación político-institucional y el proceso de industrialización; fenómenos ocurridos entre los años treinta y ochenta del siglo pasado. La sección final del libro es una bibliografía comentada sobre textos clave para el conocimiento y estudio de la historia tlaxcalteca.

Finalmente, entre los años 2002 al 2004, Mario Ramírez Rancaño, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, realizó en seis entregas para la revista Maxixcatzin, un recuento analítico de la situación historiográfica de Tlaxcala, en donde ya evidenciaba el notorio trabajo académico de investigadores nacionales y extranjeros sobre amplios periodos de la historia tlaxcalteca, sin embargo no patentizaba la producción que en la Universidad Autónoma de Tlaxcala se había logrado a varios años de la creación de la licenciatura en Historia con el trabajo de sus académicos y egresados. Como se ha querido hacer notar hasta aquí, cualquier investigador o público en general que quisiera realizar una indagación sobre la historia de Tlaxcala, tendría a la mano información (disponible desde hace años), la cual extendería considerablemente su visión de la entidad y los tlaxcaltecas, para no concentrarse, insisto, solamente en el evento de la llamada “traición”. Sin embargo, es necesario volver a tocar el tema de la “traición tlaxcalteca” y reconocer que existen posibilidades de pensarse en formas distintas, de acuerdo a los enfoques dados por algunos historiadores, arqueólogos y antropólogos. De esto se ocupará brevemente la penúltima sección del artículo, pero antes es importante revisar en sus generalidades el evento y reflexionar sobre si existió o no la “traición”.

Una vez más… la “traición tlaxcalteca”

La traición puede tener muchos significados. Se puede considerar como una conducta desleal hacia una nación, y también como un conjunto de crímenes contra un país. En cierta perspectiva es el quebranto de lealtad o fidelidad que se debe guardar hacia algo o alguien. La cuestión es que en las primeras décadas del siglo XVI, cuando ocurre la conquista española, no existía una nación o país llamado México; esto sería una construcción sociocultural y política de siglos posteriores. Entonces, podría preguntarse: ¿Qué traicionaron los tlaxcaltecas? Si se revisan textos como el de Gibson (1991), Garcini (1996) o Martínez Baracs (2008), cuando se narra y analizan los eventos de la participación tlaxcalteca en la conquista como aliados de los españoles; en ningún momento se encontrarán referencias sobre una nación mexicana, y en ese sentido discutir y reflexionar su actuación.4 Por el contrario, se describen las prolongadas luchas entre los tlaxcaltecas y los mexicas, o entre aquéllos y otros grupos aliados a los segundos como los cholultecas. Todo esto ya previo a la llegada de los españoles y con la finalidad de mantener, frente a sus enemigos, la preciada autonomía que gozaban. En los mismos textos citados, y ya en plena conquista, los autores referidos describen diversos encuentros militares de los tlaxcaltecas en contra de los españoles con el objetivo de defender su libertad. Esto muestra que inicialmente lucharon contra quienes, de hecho, habían establecido una alianza con los mexicas para buscar doblegar a los tlaxcaltecas. Posteriores acuerdos entre éstos y Hernán Cortés con la finalidad evitar la posible consolidación de una alianza española y mexica; pusieron a Tlaxcala del lado de los conquistadores con el doble objetivo de no sufrir una derrota que podría ser humillante y lograr vencer a sus enemigos los mexicas. Los tlaxcaltecas fueron entonces consistentes con sus premisas de guerra, alianzas y acuerdos, digamos, políticos; con la finalidad de mantenerse ajenos a la dominación de sus enemigos y con ellos seguir gozando de su autonomía. En palabras de Martínez (2008:59): “… la carta más segura para los tlaxcaltecas era sostener su alianza con los españoles. Pero esta alianza traería sobre todo al Anahuac el dominio de los forasteros”. Si bien cabe señalarlo aquí, este dominio tendría sus matices y/o límites a favor y en contra tanto de españoles como de tlaxcaltecas; historia de un prolongada defensa, reclamo y reconocimiento de los privilegios otorgados por la corona española, durante los varios siglos de existencia de la Nueva España (Bustamante, 2013).

Otras posibilidades de acercarse a la “traición”

Por ejemplo, el arqueólogo José Eduardo Contreras (2014) ha tratado el tema considerando explicaciones de la alianza hispano-tlaxcalteca con base en aspectos de índole política y económica, dejando en segundo lugar análisis que dan cuenta de la creencia religiosa de que los españoles eran dioses; la visión de que el pueblo tlaxcalteca era un ente monolítico, sin diferencias sociopolíticas de fondo; así como la supuesta superioridad militar y tecnológica de los ibéricos, sustentada por las armas y los caballos.5 Precisamente, al examinar las diferencias políticas originadas por la llegada de los españoles, lo que se pone evidencia es la existencia de: “… dos grupos con poder político de la sociedad tlaxcalteca, observaremos contradicciones que dieron lugar a las decisiones tomadas ante la alianza con los españoles y de la participación tlaxcalteca en la guerra de conquista” (Contreras, 2014). De acuerdo con Contreras (2014), las pugnas tuvieron lugar entre guerreros y comerciantes, siendo éstos últimos de un mayor peso político y económico. De ahí que las decisiones respecto a la alianza, también tuvieran un componente de obtención de riqueza y prestigio de un grupo que antes de la conquista había visto minada su fortuna originada por las prolongadas luchas contra mexicas, tal y como, de igual forma, lo señala Gibson (1991:29). Para el historiador Gabriel Martínez (2014), la “traición” es apenas la punta del iceberg de un proceso identitario tlaxcalteca que tiene ya un tiempo considerable de estar construyéndose. Si se fecha en términos de un discurso precursor del nacionalismo, que comienza con posterioridad a la Independencia de México, cuando se dan los primeros pasos para la estructuración institucional y territorial del novel país, la enunciación fue que: “… al participar como aliados de los conquistadores españoles, los tlaxcaltecas traicionaron al imperio mexica, que en la historia ‘oficial’ se ha considerado el imperio de los primeros mexicanos” (Martínez, 2014:1). Pero si la “traición” es un evento que se lleva arrastras por largo tiempo, este historiador pone de relieve la contraposición que comienza a erigirse en la década de los cincuenta del siglo pasado, durante uno de los gobiernos encabezados por el Partido Revolucionario Institucional en el estado de Tlaxcala. La vía fue a través de una obra mural, muy en boga en la época, creada por Desiderio Hernández Xochitiotzin y pintada en las paredes del palacio de gobierno del Estado, la cual es posible seguir admirando en la actualidad. De acuerdo con Martínez (2014:8) el mural plantea la idea, por una parte, de que los españoles fueron aliados fundamentales para lograr derrotar a sus adversarios los mexicas, y en este sentido, el segundo argumento de la pintura es que si bien los tlaxcaltecas fueron integrados a la Corona española, esto les permitió continuar con su autonomía. Décadas más tarde, a inicios de la década de los ochenta, el mismo Desiderio Hernández tendría un acercamiento con el entonces candidato a la gubernatura de Tlaxcala, y con quien acordó finalmente iniciar la escenificación de la salida de las familias tlaxcaltecas para conquistar y colonizar el norte de la Nueva España. Para Martínez (2014:15-16) lo anterior fue la construcción de un contraargumento que sustenta la noción de una Tlaxcala como un coadyuvante del mestizaje y poblamiento, y con ello ser, en todo caso, cuna de la nación mexicana. La postura del mural, entonces, sería la génesis de dicha fusión hispanotlaxcalteca en la que estos últimos más que conquistados serían conquistadores a la par de los españoles. Con anterioridad al trabajo que se describió arriba, la antropóloga Laura Collin (2006) hace 13 años publicó un artículo donde discute la versión de la traición tlaxcalteca, sobre todo centrándose en una historia alternativa apoyada en su elaboración por los gobiernos estatales de Tlaxcala en la segunda mitad del siglo XX. Si bien, antes de referir brevemente los hallazgos de dicha autora respecto a la construcción de una versión distinta del papel de Tlaxcala en la conquista, me parece importante hacer notar el material que Collin rescata de un texto elaborado por un historiador al parecer oriundo de Huamantla (Tlaxcala), en el que se cita un resolutivo elaborado por el Congreso Mexicano de Historia, al parecer de 1941.6 En tres puntos el consejo de dicho organismo determinó que Tlaxcala era independiente antes de la llegada de los españoles, sin tener alianza con los mexica u otros pueblos; asimismo el acuerdo hispano-tlaxcalteca al que llegaron los cuatro señoríos en los que se organizaba política y militarmente Tlaxcala, estaba en pleno derecho para defenderse del enemigo mexica; y finalmente derivado de los dos puntos anteriores, la alianza no puede verse como una traición o deslealtad de los tlaxcaltecas. Lo que interesa resaltar es el hecho de que justamente este debate que deslinda a Tlaxcala de ser un pueblo traidor, puede ubicarse en un contexto nacional como un antecedente casi coetáneo, de lo que años más tarde sería la propuesta pictórica de Desiderio Hernández. En buen grado, al igual que Martínez (2014), el mural que elaboró éste bajo los auspicios del gobierno estatal a partir de la década de los cincuenta del siglo pasado, para Collin (2006:29) tiene como intención convertirse en: “La versión pictórica de la historia tlaxcalteca retoma cada uno de los elementos simbólicos que caracterizan a Tlaxcala como cuna de la nación, la enemistad y el conflicto con los mexicas, la alianza con Cortés, el mestizaje, la colonización y por último los privilegios recibidos.” Lo que es relevante señalar también del análisis de Collin, es la idea de que los españoles fueron un factor claramente positivo en la construcción de una identidad posteriormente nacional. En todo caso, la alianza hispano-tlaxcalteca es un mito fundacional de una alianza positiva, mientras que los mexicas son los enemigos vencidos.

Consideraciones finales

El libro de cuarto grado de Historia (SEP, 2017: 91-92) señala escuetamente que los tlaxcaltecas pelearon en varias ocasiones con los españoles en la avanzada de éstos hacia Tenochtitlan. Al no poder vencerlos, los de Tlaxcala decidieron aliarse a los hispanos y buscar derrotar a sus enemigos mexicas. Además de los tlaxcaltecas, y con la participación de diversos grupos indígenas unidos de la misma forma a los españoles, dice el texto, se logró que cayera la ciudad de México-Tenochtitlan. En esta historia que revisan todos los escolares de nivel básico en México, no existe alusión alguna a la traición tlaxcalteca, pero tampoco al crisol de la nación mexicana que la versión de Tlaxcala quiere difundir. Si un lector interesado en dilucidar el tema de la “traición” revisara sendos trabajos sobre el tema, al menos los aquí citados, seguramente a una de las conclusiones que llegaría es ver a aquélla, no en la forma tradicional de conocer el evento de la participación tlaxcalteca en la conquista española. Las posturas y posibilidades de análisis que muestran los autores aquí revisados, presentan conjeturas más amplias y complejas.

Para finalizar, sería importante citar una de las conclusiones que Andrea Martínez Baracs (Martínez, 1993: 195) hace en relación con la alianza hispano-tlaxcalteca, ya que para esta historiadora el sentido profundo de la coalición fue por parte de los segundos un acto razonado y voluntario de colaboración y lealtad a la Corona española. Una forma de lograr el objetivo de vencer a los enemigos mexicas y ser vencedores. Y aún más: “A partir de esta victoria, los tlaxcaltecas coloniales defendieron con tenacidad su posición de privilegio y su orgullo de nación invicta y soberana, frente a un poder superior crecientemente insensible a los compromisos que lo llevaron a la posición de dominio” (Martínez, 1993: 195). 

 

Referencias bibliográficas

Bustamante López, Carlos (2013). El quebranto de los privilegios. Autonomía, guerra y constitución gaditana en Tlaxcala, 1780-18124, Universidad Autónoma de Tlaxcala/Benemérita Universidad Autónoma de Puebla/Educación y Cultura. Bustamante López, Carlos (2016). “La historiografía tlaxcalteca: avances y perspectivas”, en La Jornada de Oriente, 1 de abril, p. 4. Collin Harguindeguy, Laura (2006). “Identidad regional y fronteras étnicas: la historia de la conquista según los tlaxcaltecas”, Scripta Ethnologica, vol. XXVIII, CONICET, Buenos Aires, Argentina, pp. 21-40. Contreras Martínez, José Eduardo (2014). “La confrontación tlaxcalteca ante la conquista”, en Dimensión antropológica, año 21, vol. 61, mayo-agosto, pp. 43-72, disponible en http://www.dimensionantropologica.inah.gob.mx/?p=12069. Contreras Martínez, José Eduardo (2016). “La confrontación tlaxcalteca ante la conquista”, en Lienzo de Tlaxcala. Códice histórico colonial del siglo XVI. Copia de 1773 de Juan Manuel Yllanes del Huerto. Su historia y su contexto, Gobierno del Estado de Tlaxcala, México, pp. 40-48. Gibson, Charles (1991), Tlaxcala en el siglo XVI, Fondo de Cultura Económica/Gobierno del Estado de Tlaxcala, México. Jiménez Guillén, Raúl (2019). “Celebrar la conquista. Para escuchar con respeto a Tlaxcala”, en La Jornada de Oriente, 1 de abril. Martínez Baracs, Andrea (1993). “Colonizaciones tlaxcaltecas”, en Historia Mexicana, vol. XLIII, núm. 2, El Colegio de México, pp. 195-250. Martínez Baracs, Andrea (2008). Un gobierno de indios: Tlaxcala, 1519-1750, Fondo de Cultura Económica/El Colegio de Historia de Tlaxcala/CIESAS, México. Martínez Carmona, Gabriel (2014). “La historia dentro de la historia. Tlaxcala y la nación mexicana” en Estudios interdisciplinarios y espacios históricos, Universidad Autónoma de Tlaxcala, México. Ramírez Rancaño, Mario (2002-2004). “Tlaxcala en el siglo XX. Un recuento historiográfico”, en Revista Cultural Maxixcatzin, años I, II y II, números 6, 12, 13, 15, 17 y 18, Tlaxcala, México. Rendón Garcini, Ricardo (1996). Breve historia de Tlaxcala, Fondo de Cultura Económica/ El Colegio de México. SEP (2017). Historia. Cuarto grado. Secretaría de Educación Pública, México. Una historia compartida (1990-1991). Tlaxcala, una historia compartida, 16 vols., Instituto de Investigaciones José María Luis Mora/CONACULTA, México. 

 

1 Académico del CIISDER de la Universidad de Autónoma deTlaxcala.
2 Gracias en totonaco 
3 Esto no inhibe la posibilidad de que se realice una obra de nuevos bríos, actualizada con conocimientos generados en los últimos años, como de hecho se ha propuesto en Bustamante (2016) y en Jiménez (2019). 3 En 1998 se creó un Fideicomiso Colegio de Historia de Tlaxcala, estableciendo una nueva sede física para el que a partir de ese momento se denominó Archivo Histórico del Estado de Tlaxcala, y creando por igual al Colegio de Historia. El recién creado Museo de la Memoria, como parte del mismo Fideicomiso, tuvo sus propias instalaciones. 
4 Es importante señalar que el libro de Charles Gibson se editó por primera vez en inglés en 1952, la que se cita es una reedición en español. 
5 En Contreras (2016) se reproduce el mismo texto editado en la revista Dimensión Antropológica del 2014, siendo este último el que se sigue aquí para exponer los argumentos del autor
6 Los resolutivos, de acuerdo con Laura Collin, se localizan en un libro editado en 1999 por el gobierno del Estado, titulado Los de Tlaxcala y cuyo autor es Alfonso Romero Reséndiz. Al parecer el libro original fue publicado en 1974 por B. Costa-Amic, bajo el título de Los de Tlaxcala: análisis imparcial de los sucesos acaecidos en la época de la Conquista. Es importante mencionar, que la misma autora cita textualmente los tres acuerdos con fecha del 28 de julio de 1951, cuando el Congreso sesionó en Jalapa, Veracruz; aunque en la narrativa de su análisis señala que son de 1941. Decidí respetar esta última fecha citada por Collin. 

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